!PECADOS OCULTOS!



Todo lo podemos soportar, cuando nuestro hogar está unido. Si mí esposo y yo no estamos “unidos en el sentir de Cristo”. ¡Fracasaremos!

Si no lo hacemos como pareja, empezaremos a perdernos en nuestros propios problemas, en desánimo, frustración, impotencia, vergüenza, confusión, aun llegar a sentir desamor.

Ya no hay gozo en lo que hacemos, porque hay un vacío profundo entre nosotros, queremos llenarlo con nuestros hijos, con el trabajo secular, con las actividades en la iglesia, pero nada lo llena.

Necesitamos que Jesús venga y nos saque del pozo de nuestra desesperación, del lodo cenagoso en que nuestros píes han caído.

Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican.

 ¿Porqué tantos pleitos entre nosotros?

Leyendo el libro de Esdras encuentro, que los sacerdotes, levitas y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén, echaban los cimientos de la casa de Jehová. Tanto era su gozo, que no se podía distinguir, el clamor de los gritos de alegría y la voz del lloro.

Pero como en cualquier historia de vida, encontramos adversarios acérrimos cuyo propósito será; detener la obra que Dios quiere continuar haciendo en nuestras vidas.

Cuando el pueblo de Israel empezó la reconstrucción de la casa para Jehová, se enfrentaron con adversarios, cuyo deseo era parar la obra de restauración.

El canciller, el secretario, jueces, gobernadores, oficiales y los elamitas; Idearon escribir una carta.

Esta carta iba dirigida al rey Artajerjes, y decía: Los Judíos que subieron de ti a nosotros, edifican la ciudad rebelde y mala, y levantan los muros y reparan los fundamentos.

Y sabrás que está ciudad es ciudad rebelde, y perjudicial a los reyes y a las provincias. No nos es justo ver el menosprecio del rey. (rey de Persia quién había dado permiso al pueblo Judío, para reedificar casa a su Dios).

El rey Artajerjes envío esta respuesta: Dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad reedificada, hasta que por mí sea dada nueva orden.

Esto me pone a pensar que nosotros también en nuestras vidas, debemos hacer una “reparación de daños”. No puedo empezar a construir, sin antes haber hecho un análisis profundo del estado actual de mi alma.

Si te sientes perdida por el desierto, sintiéndote inmensamente sola, menospreciada, sin hallar solución a tu problema. Entonces clama a Jehová en tu angustia. Él te librará de tus aflicciones, dirigirá tu camino por senda derecha y saciará tu alma.

No necesitamos vivir como en tinieblas, aprisionados en aflicción, como si no tuviéramos “un abogado, que vive para interceder por nosotros”.

¡Ánimo! No analices la vida de tu esposo, o de tu hijo, o de la persona con la que tengas conflicto. Lo mejor será dejar que Dios nos muestre el estado de nuestro corazón.

Esdras menciona que los príncipes llegaron confesándole:

“El linaje santo se ha mezclado, con los pueblos de las tierras”.

Los príncipes y los gobernadores han sido los primeros en cometer ese pecado.

Cuando Esdras lo supo, se postró de rodillas, y extendió sus manos a Jehová Dios. Y le dijo: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío mi rostro a ti.

Esdras sabía la gravedad del pecado cometido. Las consecuencias de su pecado eran evidentes, pues habían sido entregados en manos de los reyes de las tierras, a espada, a cautiverio, y vergüenza.

Esto me lleva a reconocer que he tenido parte en el problema familiar. Lo que siento en mi alma, no empezó hoy.

Los gritos en casa, las faltas de respeto y humillaciones son frecuentes. No hay madurez en ninguno de los dos. ¡Ya hay ciertos rencores!

“Pecados de nuestro pasado, que no hemos perdonado”. Nos traen evidencia del daño causado a nuestro presente. Sé que de alguna manera nos están estorbando en nuestro crecimiento.

¡Mi carga es pesada!

Empezaré por abrir mi corazón a Dios. Dejar que a través de su Palabra me hable, me enseñe mis errores. y decir como Job: “enséñame tú lo que yo no veo; si hice mal, no lo haré más”. No me justificaré, por el contrario, me humillaré delante de mi Dios y aceptaré su consejo.

Perdona a tu esposo (a) prontamente, antes que las raíces de amargura aniden en tu corazón. Decidir perdonar es sinónimo de crecimiento y madurez espiritual.

Necesitamos imitar al pueblo de Israel

El pueblo de Israel:

Reconoció su pecado

Hombres, mujeres y niños; se juntaron y lloraron amargamente por su pecado.

Hicieron pacto con su Dios, para quitar el pecado de sus vidas.

Muy probablemente tu familia nunca reconozca que te ha dañado. Pueden ver que la relación está fracturada, más no pedirán perdón. Mucho menos harán ningún acuerdo contigo.

Pero ¿sabes?

Perdonar a nuestro conyugue, hijo, o cualquier persona, es una decisión personal. Sin necesidad de que nuestros familiares reconozcan sus errores ante nosotros.

Veo los errores que me han lastimado

 Decido perdonar amar y respetar”. Porque ese acto, tan importante en la vida familiar, rompe cualquier barrera de distanciamiento.

¡Nadie se resiste al amor!




Comentarios

  1. Un hermosos artículo acerca de analizar nuestro corazón, el cual es tan engañoso! Gracias por esta enseñanza!

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