¡Llorando por un abrazo!
Es una bendición cuando en nuestros recuerdos evocamos a
una madre y un padre amorosos, que nos abrazaron, protegieron y consolaron en
nuestros primeros años de vida. A más de esto, escuchamos palabras de
afirmación que aseguraron nuestra estima como seres humanos y nos hicieron
crecer saludablemente.
¡Que bendición!
Pero no todos somos tan afortunados.
Conocí a una chica quien carga un gran peso de soledad en
su corta vida. No conoció a su mamá hasta los once años, fue cuidada por sus
abuelos, pero ellos nunca pudieron ocupar el vacío en el corazón de ella, así
que, creció con odio, enojo, desesperanza, pero sobre todo “una enorme
soledad”.
Anhelaba “un
abrazo, solo un abrazo de su madre”. Esos abrazos prolongados donde te quedas solamente
descansando, tranquila, en la seguridad de los brazos de mamá. ¡Pero no llegó
ese día tan anhelado! Ella se cansó de esperar y salió a buscar unos brazos que
la abrazarán y consolarán en su adolescencia.
Aparecieron muchos brazos, brazos malos que no abrazaron ni consolaron;
por el contrario, la aventaron a las cadenas del alcohol y de la droga y su
soledad fue en aumento.
Los remordimientos por tantos hechos vergonzosos afloraron
en su mente al recordar a cuanta gente había lastimado con sus pecados, no solo
por sus adicciones, sino también con su odio y deseos de venganza.
¡Su quebrantamiento para arrepentimiento finalmente llegó!
Sin desear ningún tipo de ayuda, el Señor Jesús se presentó a su vida, con todo
su Poder, Amor y Misericordia. Le dio oídos para oír su evangelio; cómo una
hermosa respuesta a la oración de hermanas cristianas que le amaban
verdaderamente.
Finalmente sintió el abrazo de un Padre, que la aceptó
tal como ella se encontraba, llena de pecado, con remordimientos por tantas
cosas que había hecho en su vida. Pero, ¡fue a Jesús! Buscando el perdón y la “aceptación” que tanto anhelaba, y le
depositó su pesada carga.
Su cara estaba bañada en lágrimas por el gran dolor y
vergüenza que sentía al haber quedado
expuesta ante Dios. El pasado ya no importaba; al haber sido perdonada y
librada de la potestad de las tinieblas, y trasladada al reino de su amado Hijo,
en quien tuvo redención por su sangre. ¡Lavada completamente de su pecado!
Su semblante cambió, su cara sonrió y su nombre apareció inscrito en el libro de la vida del Cordero.
Eso es lo que dice la escritura
¡Gloria a Dios! Mi Jesús es fiel para con todos los que lo invocan.
Si al leer esto recuerdas a alguien que esté cargando el
peso de su enorme pecado; acércate con compasión a esa persona compártele el
evangelio y dile: Jesús espera que hoy le
creas y le recibas en tu corazón. Te animo a que no recibas en vano la gracia
de Dios. Porque dice: en tiempo aceptable te he oído, en día de salvación
te he socorrido.
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día
de salvación.
“Deja que Jesús la abrace,
llévala a él”.
Que hermoso!!!! y que bendición es poder recibir el abrazo de un Dios todo poderoso y todo amor a quien también llamamos Padre.
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