!Tus errores, me arrastraron!


¡Tus errores, me arrastraron!

Al escribir David el salmo 143, nos deja ver su angustia, el estado de su corazón, alma y espíritu. Se lo expone a Dios y clama por ayuda y dirección.

Mi espíritu se angustió dentro de mí; está desolado mi corazón.

Me acordé de los días antiguos; meditaba en todas tus obras; reflexionaba en las obras de tus manos.

Extendí mis manos a ti. Mi alma a ti como la tierra sedienta.

Respóndeme pronto oh Jehová, porque desmaya mi espíritu.

Que hermoso será poder imitar a David en nuestras oraciones y decir:

Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; Respóndeme

No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; porque no hay quien ayude.

no te alejes; Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.

Cuando leemos los salmos experimentamos cierta empatía con el salmista. Quizá no siempre en los sucesos que le ocurrieron a lo largo de su vida, pero sus palabras cargadas de confianza en su Dios; como nos ayudan a expresarle a Jesús, nuestros sentimientos más profundos.

 Cada uno de nosotros tenemos una historia que contar. Eventos que nos sucedieron antes de conocer a Cristo; que están plasmados con sucesos dolorosos. Al contarlos, nos transportamos a la época y circunstancias en que los vivimos. Sin importar el tiempo transcurrido, al narrarlos, nuestra cara se transforma en muecas de dolor, frustración, angustia. De nuestros ojos emanan lágrimas, por situaciones que pasamos en nuestra niñez, adolescencia, juventud o aun como adultos.

Después llegó Cristo. ¡Y todo cambió!  Ahora tenemos un Refugio, una Roca fuerte donde escondernos. Ya no estamos solos, Él prometió estar con nosotros hasta el fin.

 En mis años de servicio he escuchado muchas historias. Pero al leer la biblia, encuentro el dolor que sufre una madre cuando pierde a dos de sus hijos, en una muerte trágica. Pues fueron ahorcados, junto con otros cinco varones, hijos del mismo padre.

2ª. Samuel 21 Se nos narra una venganza por parte de los Gabaonitas, hacía la persona de Saúl, quien procuraba darles muerte; violando el acuerdo tomado por Josué, cuando hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza, concediéndoles la vida. Recordemos que en Josué cap,9 se nos narra “la astucia de los gabaonitas, para engañar a Josué”.

Saúl, pasa por alto esta alianza y procura matarlos. 

Durante el reinado de David hubo hambre por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas.

Dijo, pues, David a los gabaonitas. ¿Qué haré por vosotros, para que bendigáis la heredad de Jehová?

Ellos pidieron siete varones de los hijos de Saúl, para que fuesen ahorcados.

Rizpa era concubina de Saúl y le fueron arrebatados sus dos hijos, para ser ahorcados “por el pecado de Saúl, quien era su padre”. Recuerda que él había roto la alianza de conceder la vida a los gabaonitas.

Entonces Rizpa, va al lugar donde los gabaonitas habían ahorcado a sus dos hijos. No puedo imaginarme el dolor que ella sintió al ver a sus hijos en ese estado. Seguramente pensó: “Que culpa tenían mis hijos, del pecado de su padre”.

Sin más, se dedicó a cuidarles después de muertos:

 Extendió una tela de cilicio sobre una peña, desde el principio de la siega, hasta que llovió sobre ellos agua del cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche.

 Lo que Rizpa hizo en su aflicción de madre, ya no benefició a sus hijos. Ella quedó totalmente imposibilitada de hacer nada más.

Siéntate en vida con tus hijos, habla con ellos durante el día, vigila sus amistades, lugares que frecuentan, checa con quien chatean. Eso de ninguna manera será malo para tus hijos. Dios nos ha puesto con autoridad para velar por sus vidas.

Medita en lo siguiente: No dañemos a nuestros hijos, por no querer someternos a Dios.

Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Efesios 5:15,16

¡Ánimo Para el día de hoy!, podemos ser padres responsables y gozar de las bendiciones de Dios.


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