NO DES LA ESPALDA A TUS HIJOS.

Toca mi corazón, de manera profunda la manera como Dios se expresa en el libro de Oseas, acerca de su pueblo: Cuando Israel era muchacho, yo lo amé.

Creo sinceramente, que es de vital importancia el apoyo de ambos padres en la vida de sus hijos y mucho más en aquellos que traen “vergüenza a nuestras vidas”.

 Amar a un hijo cuando se porta bien y trae orgullo, satisfacción a nuestras vidas, es fácil. Pero, cuando este hijo es difícil de tratar, se convierte en un verdadero reto para nosotros como padres.

Dios lo vivió con su pueblo, cuando expresa: Cuánto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí.

Continuando con el tema hijos “Ingobernables”. Será bueno dar una vista al futuro; apoyándonos en experiencias de jovencitas, que ya pasaron por esa etapa.

Al visitar la cárcel de mujeres, encuentro jovencitas que batallaron en su infancia con rebeldía, enojo, odio y frustración. Tuvieron padres ausentes. La mayoría no conocieron a su padre.

El desinterés de su madre hacía ellas, provocó que no existiera relación madre-hija.   

El 90% de ellas se dicen inocentes del cargo que se les imputa. Pero, analizando a profundidad su situación, aceptan que sí, vieron focos rojos de advertencia por parte de Dios; que ahora lo pueden ver con claridad. Esto es: sabían que las personas con las que se juntaban hacían cosas malas y aun así andaban con ellas. Al grado que terminaron ellas haciendo las mismas cosas.

Sus amigos fueron más astutos para la maldad y ellas acabaron en prisión y ellos libres.

Fueron rebeldes y necias al continuar con esas amistades. Pero también fueron incrédulas al no creer que podían caer en la cárcel, pensando: Yo soy más lista que ellas, y no voy a dejar que me descubran.

¿Sabías jovencita que el primer pecado cometido antes de la desobediencia de Adán fue su incredulidad?

Creyeron más a la voz del diablo que a la voz de Dios. Dios dijo: van a morir, satán dijo: no moriréis. Dios había puesto límites para su protección, como una manifestación de su AMOR por ellos, para que no cayeran en la muerte espiritual y perdieran su comunión con él. El diablo lo torció y les mostró, a un Dios que no quería que fueran como él. Y mira las consecuencias, no solo ellos perdieron la bendición de poder hablar con Dios. Nosotros tampoco podemos hacerlo hasta que somos salvos. Así que valoremos la salvación y el Señorío de Dios.

Y es lo mismo que sucede hoy en día en la relación padres e hijos cristianos. Jóvenes diciendo a sus padres que el cristianismo es un constante NO HAGAS. Creo sinceramente que padres cristianos serios van a poner límites para que no vivas las consecuencias del pecado en tu vida. “Eso es mostrar amor”. Y tú te rebelas, y con tus actitudes contumaces estás diciendo: Nada me va a pasar.

Lo más triste es: tu comunión para con Dios está rota por tu rebeldía y necedad y sigue rota hasta que no entiendas que Dios abomina tu conducta. Porque la principal afrenta es contra SU AUTORIDAD.

·      Analiza tu conducta.

·      Arrepiéntete de todo corazón delante de Dios.

·      Confiésale tus pecados.

·      Restablece tu común unión con él.

·      Pide perdón a tus padres.

·      Vístete cada día del Señor Jesucristo, agárrate de él fuertemente, persiste y pídele que te ayude a someterte a su Autoridad.

El te atrae con cuerdas de amor…


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