LA CENA DEL SEÑOR.



La pascua bíblica, es una festividad solemne que celebra la libertad del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto.

La escritura nos narra en el libro de Éxodo 12 acerca de esta liberación: “Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre.

Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito”.

Ahora en esta dispensación de la “Gracia” nuestra Pascua es “Cristo” él es nuestro Cordero Inmolado, a quién debemos gratitud eterna por haber pagado el precio de nuestro pecado.

En el libro de Lucas 22:15 Narra a Jesús diciendo a sus discípulos: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! - Jesús estaba hablando acerca de sí mismo, de su propio sufrimiento, al que sabía que iba estar expuesto por amor a nosotros; sabiendo que de él dependía nuestra liberación.

Los discípulos, al igual que el pueblo judío celebraba esta festividad como un rito establecido por Dios y que debían guardar para siempre. “El rito de su liberación”. Sin embargo, ahora estaban sentados a la mesa con Jesús; escuchando su “Deseo” comer con ellos la pascua “antes de su sufrimiento”.

Jesús sabía que su hora había llegado, para que pasase de este mundo al Padre; sabía por todo lo que él tenía que pasar antes de poner su vida en expiación por nuestros pecados; así que, “dio gracias” sentado a la mesa con sus amados discípulos.

Note que, la escritura dice: Que ese era su deseo, acompañar y celebrar él mismo la pascua judía como parte de ellos. Al mismo tiempo, él estaba estableciendo “La cena del Señor” un nuevo pacto en su sangre, y estaba listo para ser ofrecido. Ahora él es nuestra Pascua, ya no somos esclavos, ahora somos libres, para servir a Jesús quién nos libró de la condenación eterna.  

Así como sus discípulos no entendieron a profundidad las palabras de Jesús. Nosotros tampoco entendemos ni valoramos a profundidad: “Que ya somos libres del yugo del pecado” y que somos completamente libres para obedecer y servir a Jesús.

El memorial que él nos dejó es claro. Jesús tomó el pan y “dio gracias”. Él dio gracias por lo que él nos iba a dar. Su precioso cuerpo en sacrificio vivo para nosotros, para expiar nuestros pecados. Pero…dio gracias, por la profundidad que encierra este memorial de la “Santa Cena”.

“El nuevo pacto en su sangre”. - Cuando leemos el libro de hebreos se nos explica: “Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive”. ¡Él, tenía que morir!

Así que hermanos, teniendo libertad para entrar en el lugar santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sumo sacerdote sobre la casa de Dios.

Acerquémonos a él con corazón sincero en plena certidumbre de fe. ¡Él, es nuestro Libertador!

No solo nos libertó del pecado; diariamente puede libertarnos de angustias, tristezas, frustraciones, depresiones…

¿Estás sufriendo en este momento? acércate a Jesús. Él conoce lo que es pasar por pruebas y valora en gran manera a los que permanecen junto a él durante la prueba. ¿Entiendes? No te alejes de él durante la prueba, ¡Háblale! aunque no tengas ganas. ¡Alábale! Aunque tu ánimo esté en el piso.

A pesar de que el alma de Jesús sufría, él siguió sirviendo.

“Antes de celebrar la cena, Jesús lavó los pies de sus discípulos, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Porque, ¿Cuál es el mayor; ¿el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve”. una gran lección de amor y de servicio.

¿Si estás sufriendo? Sirve a Dios, Jesús ya nos dejó ejemplo.

¿Estás deprimida? Sirve a Dios.

¿Estás frustrada, angustiada o depresión? Sirve a Dios

Ahora nosotros podemos entender que Jesús nunca dejo de enseñar, de amar, de proteger a sus amados discípulos, a pesar, del sufrimiento que se le avecinaba.

Pudiéramos pensar que Jesús no estaba expuesto como nosotros a las pruebas. Pero él mismo nos refiere en la escritura: Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas”. Lucas 22:28

Sigamos el ejemplo de Jesús ante las pruebas. “El, siguió sirviendo a otros”. También aprendamos a valorar a los que nos acompañan instruyen y consuelan cuando pasamos por diversas pruebas; cada una de las palabras de aliento, el tiempo que se toman para animarnos, orar, y fortalecernos con la palabra de nuestro Dios.

Jesús valoró en gran manera a sus discípulos, y les dijo: “Yo, pues, os asigno un reino, como mi padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel”.

Nosotros no podemos ofrecer más que gratitud hacía esas hermanas que nos alientan, orar por ellas diariamente por la invaluable ayuda de llevarnos en oración ante el trono de la gracia, para hallar misericordia para el oportuno socorro.

Te animo a pasar tus pruebas cerca de Jesús. Generalmente nos distanciamos de él, a causa de la tristeza y desolación. Jesús no hizo eso, al contrario, siguió sirviendo y finalmente se posicionó como el precioso Cordero Inmolado.

El sentir de Cristo no ha cambiado, es el mismo, él desea que recordemos diariamente su muerte, resurrección y pronta venida cuando dijo:

“Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.

Asimismo, tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis en memoria de mí.

Así, pues todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga”.

La puerta no se ha cerrado, la promesa de su advenimiento sigue vigente, solo que él es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Deseemos participar a la manera de Jesús en este memorial de la “Santa Cena” sintiendo el anhelo ferviente de dar gracias a Dios por “Su Don Inefable”

Dios les bendiga y guarde.

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